martes, 8 de noviembre de 2022

4. Baba Yaga (Pilar maíz).

 


En el Japón de la era Heian (hacia el año mil) hay un ejemplo conmovedor de diario íntimo que va más allá de la esfera personal: Makura no Sōshi, llamado “Libro de la almohada” (o libro de cabecera), de la dama Sei Shōnagon. Mi ejemplar está en italiano, comprado en Milán hace muchísimos años, antes de saber que Peter Greenaway había hecho una película inspirada en este magnífico libro. Esta dama de la corte relata con sencillez y sensibilidad exquisita la belleza de las estaciones, pequeñas instantáneas de la vida en la corte, sus impresiones sobre las personas, sus preferencias.

Se la cita poco como precursora del género diarístico, quizás porque en verdad su escritura es difícil de clasificar; hay quien la menciona como precursora del ensayo. Me interesan especialmente esos ejemplos de diarios fronterizos, donde la esfera íntima de quien escribe está poblada de o sirve de excusa para otro proyecto, algo más interesante que su intimidad personal.

Euro: He estado interesado en la relación que han tenido algunos artistas con la psicología y psicología profunda. Anne Truitt es una escultora maravillosa que también realizó estudios de psicología. Tuvo dos hijas, un matrimonio, y algunas desilusiones en el amor. Todo está bellamente escrito en sus diarios (Daybook turn prospect). También gira su mirada a ese diálogo de ser mamá y artista.

Los diarios personales como género literario, aparentemente con un doble estatus según la crítica, su dimensión ficcional requiere de componentes narrativos. Una de las cuestiones más recurrentes de los estudios del diarismo: cómo se construye la intimidad en el texto diarístico. Un tema al que quiero volver, pero hoy el cuerpo me abruma. He logrado llegar a clases y sobrevivirlas, tras un ensayo de parrandas navideñas en el cual descubro que no me queda voz. He tenido que atravesar un tráfico infernal, llegando a casa justo a tiempo para evitar un aguacero magnífico y cenar algo de sopa. No me quedan muchas energías para más. Me preocupa el asunto del elusivo hogar, busco un nuevo refugio. Encontrar algo que cumpla con mi necesidad de silencio y quietud parece casi imposible en esta ciudad.

La humildad es algo que la Baba Yaga puede enseñar siempre que nos dejemos. Según envejecemos nos convertimos en viejas sabias (poco a poco y a los trancazos), pero la Baba Yaga tiene cualidades particulares. No necesariamente es una abuela amable: puede ser una vieja cascarrabias e incluso una persona detestable, pero que por la relación en la que nos encontramos con ella nos obliga a aprender cosas que de otra manera no aprenderíamos. Repito la humildad, por eso al encontrarnos con una BabaYaga valiosa hay que saber cuidarla y quedarse ahí para aprender; tragarnos el orgullo y las ganas de salir corriendo y aprender de ese aguante. Hay jefas odiosas que hacen excelentes BabaYagas. De hecho, diría que si te peleas sola con una jefa, allí hay posiblemente una estupenda BabaYaga para ti. Yo he tenido varias. Podría preguntarme qué me está babayagando en estos tiempos, pero desde hace algunos años mi reflexión ha girado más bien en torno a descubrir cómo se me revela el hacer de BabaYaga a la Vasilissa de turno. Si soy demasiado amable, el trato no funciona.

Rosa: Las BabaYagas nos confrontan, nos descolocan para que aprendamos ciertas cosas difíciles de aprender de otro modo, como dices. Creo que también nos enseñan a tener paciencia con nosotras mismas, ¿no?

Sí, y es algo muy difícil de aprender. Especialmente si nos enfocamos en pelear con ellas, perdiendo energía y foco. Pero para ciertas iluminaciones ellas son nuestra mejor oportunidad. Lo sé muy bien.


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