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días hasta el solsticio
Agua al Puente y
el agua que corre: río, cascada, tsunami, diluvio, mareas, lágrimas, hormonas,
las fuentes que se rompen para dar a luz. La fuerza del agua que fluye, dándole
sentido al puente. En las intervenciones urbanas, Agua al Puente humedece lo que
está seco a nivel colectivo. El poder suave y radical del agua, su poder
terrible y arrollador, la fuerza que se amolda y destruye.
Un ciclo dedicado
a todo lo que corre fluye llueve llora o es destilado dentro de las cavernas
del cuerpo.
Ada: Como decía Bruce Lee… be water my friend.
Dili Vida Salud: Justo
anoche soñé con unas olas, agua limpia, agua con nieve, avalanchas que se me
venían encima, yo iba en un carro acompañada, pero al pasarles cerca se hacían
pequeñas. También soñé con rocas medianas que se me caían encima pero sin
hacerme daño, confieso que no sé mucho de sueños pero estoy llevando registro
de ellos para conectarme y entender qué me quieren decir.
Rosa: Este
traje y esta meditación me gustan mucho. El agua, su flujo, son imprescindibles
para la vida. Me gusta mucho, además, que salga justo después de la pera dadora
de esperanza y fuerzas renovadas.
Mientras cocino
el desayuno, quemo una manga de mi yukata rojo. Sólo el agua detiene el
incendio. Yukata significa literalmente "ropa de baño", aunque su uso
no se limita a después del baño. Pero usarlas para cocinar no es práctico. Todo
lo que viene de Japón requiere de una atención pulida. Zen constante. Este
accidente es una nueva oportunidad de poner en práctica el Kaketsugi (remiendo
invisible), boro (literalmente “harapo”, pero reconfigurado en remiendo artístico)
o Kintsugi (carpintería de oro). Mottainai: aprovechamiento de las cosas
mientras sean útiles. Yo agregaría que esta actitud no es solamente ecológica,
sino también afectiva, pues los objetos tienen una historia, especialmente si
han sido usados previamente por otra persona. Mi yukata rojo fue un regalo de
mi madrina Mariela, y llegó con un rasgón en forma de L que fue amorosamente
reparado, agregando valor a esta prenda.
Netflix: The Andy Warhol Diaries. Vuelvo a preguntarme para quién se escribe un
diario. Especialmente personas cuya identidad incluye una fuerte parte pública:
artistas (Andy Warhol), escritores (Victoria de Stefano), próceres
independentistas (Francisco de Miranda). Esa “persona” construida hacia el
escenario difícilmente puede acallarse, una vez montada en las tables siempre
querrá su dosis de protagonismo. ¿Escribir para reivindicar emociones intimas
frente a los hechos, suerte de pornografía afectiva? ¿Escribir como desquite
por presuntos agravios?
Rashomon
(Kurosawa, 1950, sobre el cuento de Ryūnosuke Akutagawa, 1915): a propósito de
la subjetividad del testimonio personal. Cada testigo del evento dará una
versión diferente, incluso el difunto querrá quedar bien con el público. De
donde sigue lógicamente que todo diario es una ficción. Este en particular
tiene muy claro que su objetivo es describir críticamente una distopía
postapocalíptica, la que vivimos en este país, y que sirve de escenografía a la
novela de ciencia ficción. En el ambiente viciado en el que vivimos como
normalidad alternativa, es lógico que Blanca esté adicta al videojuego UNDERLIFE,
donde se refugia para huir de su realidad; o que la cofradía de Brujas
Saltadoras intente organizar un salto en tS3 que permita regresar al fin del mundo
para desalrevezarlo; o que tantos migrantes huyan al espacio exterior en busca
de una mejor vida.
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