-19 días hasta el solsticio
Final de una
semana muy agitada, amanezco sintiéndome mal. Dolor de cabeza persistente,
posible subida de tensión asociada al estrés. El tensiómetro que tengo en la
repisa de asuntos médicos no tiene pila y la bombita de goma está vencida, ya
es un artefacto de museo. Salta la última clase particular, será para la semana
que viene. Salgo tarde para el restaurante, cuando llego ya están esperando
afuera la mitad de los invitados. Subo velozmente para colocarme el kimono,
operación larga de la que aún no soy capaz de forma independiente. La señora
Sachiko me ayuda. Primero hay que ponerse los calcetines tabi, recalca
(ponérselos al final del proceso sería mucho más complicado). El nagajuban,
camisa interior delgada, blanca. Luego el cuello rígido que debe asomar por
debajo del kimono que se coloca a continuación, poniendo atención en mantener
la línea central en el dorso, y en dejar que quede descubierta la parte
inferior del cuello, con espacio para un puño: la tela no toca la piel. Todo
debe colocarse el lado derecho primero, y el izquierdo sobre éste. Dos o tres
cintas Koshi-himo (teñidas de un delicado rosa) para mantener todo en su lugar.
Apretadas. El date-jime es un fajín rígido, especie de micro armadura que
aplana el abdomen y evita que el obi se arrugue. Entonces toca colocar el obi,
la almohadilla que le da volumen atrás, y por último una cinta delgada sobre el
obi, con su nudo.
La mesa, en el
salón reservado más grande del restaurante, está adornada con una grulla de
origami en cada puesto. Los muchachos llegan muy bien vestidos. Algunos están
en su primera experiencia con el pescado crudo, con el wasabi o con los
palillos. Alguien aportó una botella grande de sake. Otros trajeron una torta
enorme. El almuerzo se prolonga hasta las cinco y media. El obi me comprime el
estómago y estoy tensa y cansada, aunque muy contenta de haber compartido este
momento con mi clase. Primera edición de la asignatura Lengua y Cultura
Japonesa. Estos muchachos son unos soles.
La comunicación no
es solo verbal. Nos escuchamos, mucho más allá de lo que nos decimos. Así que
podemos tranquilizarnos. O preocuparnos, a según. En el gran mar del
inconsciente, todo se sabe.
Aguanábana: Venía
pensando en eso cuando bajaba por el ascensor, soñé con mi papá pero no
recuerdo mucho, y no era como el típico sueño en el que ves a alguien, el sueño
iba de que mi papá me estaba obsequiando dones y/o traspasando sus dones. Es la
segunda vez que sueño lo mismo, la vez pasada fue que mi abuela paterna y él me
estaban ofrendando dones y regalos. Cuando me desperté lo asocié con estar
sostenida y que los regalos son dones para continuar el camino. Pero esta
mañana cuando me acordé del sueño con mi papá se me aguaron los ojos, y pensé
en que es comunicación subconsciente y que él no deja de asistirme. Planos
interconectándose.... Como esta carta.
Dili Vida Salud: Subconsciente
es un lugar que está en tod@s a veces muy a oscuras en la profundidad, requiere
ganas e intención, para escucharla, entenderla. Hay que estar atent@s,
despiertos, siempre asoma sus símbolos, leguaje y señas, con sueños, a través
de las personas, de experiencias y palabras. Tomar tiempo serenidad para
escuchar y entenderla es necesario. La práctica de respiración consciente,
mirar cada carta, leer a otras compañeras, ayuda a esa conexión a ese oído,
olfato y vista despierta.
Luisa: Es un
momento del año para identificar y asentar los aprendizajes del año y de la
vida. Lo estoy haciendo y eso me está permitiendo ver cuáles son los peces de
mi inconsciente que estoy lista para pescar.
Cristina: Hoy
pienso en los pescadores que madrugan para ir al mar abierto... gente sencilla
que vive en la costa en comunión con la naturaleza. Tejen sus redes, las
cuidan. Escuchan. Saben leer las señales. Bellas gentes.
[2/12/2022, 9:05
am, $ BCV: 11,25; $ paralelo: 13,63. 1:15 pm, $ BCV: 11,25; $ paralelo: 13,78]
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