sábado, 3 de diciembre de 2022

3 azul. Budare

 

 (sábado 3 de diciembre) -18 días hasta el solsticio

 

¡Día de hacer hallacas! Plato navideño exquisito que requiere de una larga y laboriosa preparación. El conjunto de procedimientos es un saber que se adquiere por experiencia directa y se traspasa en la familia. Una herencia familiar compleja que busca balancear todos los sabores: salado, dulce, ácido y picantico, cada uno en su punto justo y gustoso. Ocasión de encuentro y rememoraciones. Ritual complejo que empieza con la preparación el guiso, el día anterior. Tarea central que correspondía a la abuela, luego a la tía Carmencita, ahora a mi hermana. El día siguiente, es decir hoy, el ritual exige probar el guiso, buscando el equilibrio de sabores. Está perfecto. Luego preparar el onoto desleído en grasa de tocino que servirá para dar color azafranado y un particular sabor a la masa, a la que agregamos caldo de gallina y pimentón rojo para más sabor y una tonalidad más rosada.

Denisse: Qué belleza. Mi mamá viene la semana que viene y es de las cosas que quiero hagamos juntas. Ella tiene su propia receta porque la de mi abuela la modificó en ingredientes y le agregó su propio toque. Herencia de la que nos apropiamos, integramos de acuerdo a quienes somos. Mi madre siempre ha sido valiente… ¿puedo yo integrar esa fuerza si a veces creo que no la tengo?

¿Qué es redondo, pesado y con mucha experiencia para alimentarnos cada día?

Cristina: Cosas pesadas que no se pueden llevar y otras cosas pesadas que no se dejan atrás tan fácilmente.

Ada: Un entrañable budare, curado a base del fuego por años de uso, y mientras más años mejor, nadie sabe a ciencia cierta de dónde salió, pero está en casa desde siempre. Toda esa vida útil del objeto se va reflejando en el sabor del producto final. Como la sabiduría materna, que pasa de generación en generación, nutriendo, calentado, reconfortando, haciéndonos ser quienes somos. Yo amo mi budare de barro, curado por mi abuela Juanita, allá por los años 40, por allá por Camatagua...

Dili Vida Salud: Mi budare tiene su propia historia. Yo salí de mi querida Venezuela hace 5 años, por estar lejos de casa no tenía budare, a mi casa lo trajo mi rey verde de ese momento. Lo curó él mismo, por herencia materna amaba las arepas y no podía vivir sin ellas, según yo en ese momento vivía relax sin budare (creo que en esa época no le daba importancia y así como era la relación con mi madre era mismo con mi budare, sin buscar solución aceptaba que no estaba y ya). Pasaron los años y el rey verde salió a dar su propio viaje y de tantas cosas bellas que dejo quedo el budare, CURAITO LISTO PARA EL USO, desde esa época no suelto ese budare, y lo cuido como a mis proyectos y vida, allí las arepas son otraaaa cosaaaa, la herencia y partida del rey verde encendió mi amor por el budare, y mi comienzo literal de la sanación con mi madre. Hace poco estuve con mi mamá después de 5 años sin verla, estuvimos juntas un mes y medio, fueron y siguen siendo días luz en este nuevo ciclo de la relación (que nunca había podido ser así, estos días para mi eran días especiales para poner en acción lo aprendido) todo salió muy bien. Ella vio mi budare y me dijo: - ay hija, quieres que le quite la costrica negra a ese budare, eso hace daño, se te pega en el estómago y te puedes enfermar. Le respondí: - Nooo mamá, ese budare está perfecto así como está, más bien hay que seguirlo curando para que no se le salgan las costricas... Con esta carta armo mi propio rompecabezas y entiendo mucho más.

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