Para ir a las 96cartas
La próxima vez que llegue la Mano, será el cierre de ciclo. 20 días para la Mano Cristal. 21.12.12
Hoy, transformamos nuestro tiempo para reunir los recursos y sanar. MANO. representa la realización, la sanación, la concreción de los proyectos ; simboliza también aquello que podemos hacer con las manos, lo que nos gusta hacer, lo que nos da alegría y satisfacción, lo que tomamos con nuestras manos o lo que dejamos ir de nuestras manos…. el control y la capacidad de delegar, de no querer abarcarlo todo ni de tener bajo nuestro mando. (vía Aprende Calendario Maya)
Feliz Diciembre>Mira lo que nos traen las estrellas http://ow.ly/fJnbc
Y así entramos en un nuevo ciclo, día 1 que coincide con el inicio del mes del fin de esta era.
La mañana está entre soleada e incierta, decidiéndose entre diciembre y final.
Me siento muy sombra hoy, acuática.
Hoy no habrá datos sobre el fin del mundo, sólo yo.
Deal with it.
Poetry is an echo, asking a shadow to dance ~ Carl Sandburg
Resumen de la situación hasta el momento (vía AdrianadelMar Rondon Rivero) |
La de ayer fue la penúltima meditación, sólo falta una en el ciclo de los 104 días del último tiempo.
Ya empiezo a sentir la nostalgia del futuro, expandiéndose en ondas concéntricas hasta el momento presente.
Todo está pasando ahora, y ahora es un momento que se desplaza de siempre a siempre.
(Gracias Yxenia @yxenia_)
FANTASÍA EN BLANCO (Tricolor Blancanieves)
La cosa blanca y redonda apareció en casa hace un par de días. Se desplaza en modalidad fluffy por las superficies planas que le ofrezcan apoyo. Prefiere que no haya inclinaciones, porque se resbala fácil. Entonces la otra mañana la vi sobre el esmalte de la mesa de la cocina. La cosa blanca y redonda puede intimidar un poco, a causa de su silencio. Poco se la oye decir, pero su presencia se hace sentir. Por lo redonda y blanca, sin duda; pero sobre todo, sospecho, por su cualidad fluffy y suave algodonosa. Más bien de nube dulce. Nos gustan las nubes, las maravillosas nubes. Ésta es imperfectamente redonda y blanca, de allí su encanto. Y dulce.
La Doctora Bienestar me recomendó útero materno por lo menos tres veces a la semana, mejor si al sol; de manera que me acerco cada vez que puedo al Remanso Alemán, donde el útero es una turquesa orlada de grecas, y recuerdo la espuma de los días. Afuera se queda el fin del mundo, lo oigo arreciar y afilar sus garras y colmillos, mientras dentro de la cerca de bambucillo te sirven las uvas cortadas en cuatro y despepitadas. El piano de cola canta opera con voz de barítono a la hora del café, que se toma sin falta en el salón de la chimenea, con toda independencia de la geografía euclidiana.Floto en la superficie, como el plancton. Me gusta estar cerca del sol por aquello de la fotosíntesis y también a veces desciendo a lo profundo, como los enjambres de medusas. Pero las profundidades en las que me refugio van con poca bibliografía, y nunca es la que se espera la academia. Tanto vale que abunden las páginas en blanco. De hecho, como sabe muy bien el Residente Ilustrado, las páginas en blanco están sembradas entre tanto negro para invitar al silencio o al dibujo. Fascinación del retiro de algún pliego que quedó ciego, o más bien tómbola poética para que medites entre conceptos.
(gracias Alan Mills @alan1000s)
Atlas descrito por el cielo.
(My own last-minute choice)
Si todo cambia y muta mientras esperamos la noticia de la vida en Marte, tiene sentido que cambie mi alma a golpea se cincel y fin de mundo, bienvenidas las lentejas sagradas que habían de purificarme por dentro, me las prepararé yo misma. Se ponen en un cuenco por la mañana, y por la tarde milagrosamente son pura luz del centro de la tierra. Ya sé que recordaré los días del fin del mundo como los más ruidosos, los más caóticos y los más certeros.
Con tanta nostalgia.
(selección la más poética de María Teresa del Castillo )
La cosa redonda y blanca que tanta alegría me daba con su fluffy manera de aletear algodonosamente de un lugar a otro, siempre en plano para no resbalarse, parecida a una versión seca de medusa; y que tenía esa cualidad azucarada y tierna de colocarse entre la mejilla y el cuello, muy cerca del corazón, fue salvajemente atacada anoche. Descuido, banalidad, falta de atención y bajos instintos animales se confabularon para arrancarle un mordisco, pequeños fragmentos de pelusa algodonosa quedaron dispersos en la cocina y bajo mi silla. Parece ser el triste destino de las cosas algodonosas y blancas que traen dulce íntima alegría: tienen vida muy corta. La tiro a la papelera sin mirarla dos veces, adiós cosa blanca y algodonosa, adiós.
La lógica ilustrada volvió a presentarse y yo me encontré dentro de la gota que es dios y es mi realidad, atrapada con un fantasma de doble vuelta en tirabuzón.
He venido no más a perderlo todo. Porque perder es mirar de frente lo irremediable.
La cosa blanca y redonda que me diera contentura ya no existe. Me queda la barriga suave y blanca de la bestia para darme dulzor (también hay que saber ganársela).
Y más acerca de dónde está lo real.
En esa época del fin del mundo, algo pasaba con la Palabra: parecía que cuerpeaba, que se hacía sustancia en los cuerpos que tenía cerca.
Muy especialmente la palabra impresa tenía un efecto sobre quien tuviera contacto prolongado con ella. Los poetas, por ejemplo, sobre todo los que hacían su tarea. Y con virulento énfasis en los libreros.
En esos tiempos se vieron cosas. Poetas que se enamoraban de una sustancia fantasmal ilustrada, por vía etérea, por citar sólo un ejemplo (múltiple, por cierto). Por no extenderme en las intimidades de los libreros, que en esos tiempos estuvieron más sobreactivos que nunca.
Esporádicamente se multiplicaban los Céfiros en helechos: aquello era céfiro soplando desde todas las esquinas sus esporas divulgativas, así que un montón de Cloris arrancaron a florecer, se desató una epide(R)mia de Floras, trasmutado el veneno en agua de vida, trasegando el agua en agua megelar, de una jarra a la otra, como la estrella al lago y a las aguas freáticas de azar.
Poetas y libreros andaban estelares, atrayendo a Korés como si fueran polillas y transformándolas, mediante un proceso de dolorosidad variable, en crisálidas.
Vitrales monarcas a la vuelta de la esquina.
Perséfones por su propio pie.
Todo fantasma ilustrado vive por la metáfora. Lógico, Lacan.
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