jueves, 28 de septiembre de 2017

2.Persefone


A Perséfone que camina perdida en las vastedades del infierno
arrodillada en rincones sin nombre
Que ya conoce el sabor de las cenizas 
Que llora todavía a la madre lejana y extraña el tranquilo jardín de la desgracia.
La Perséfone de pies escondidos y huellas sigilosas
Que no ve cielo ni arboleda ni mediodía brillante
Que persigue sin hallar los gritos de las sombras. 
La Perséfone que lame la hueca redondez de los cadáveres
Que ha extraviado su inocencia en el laberinto profundo de la muerte
A Ella que retornará, con larga y suave cabellera
Como dama azul, al regazo gozoso de la madre
Al bosque claro de las primaveras, a las esquinas risueñas de la vida.
La que danzará dorada en cada espiga, perfilada en los atardeceres
A Ella que traerá consigo el arca de las nubes
Va esta mi alabanza y mi ruego, mi ansia y mi deseo
Señora de las profundidades
Rescátame, tráeme a esta orilla, aléjame los negros perros de la noche

Ana María Hurtado


Diálogo desde el fondo del bosque:

—¿Quién puede hablar en primera persona del descenso?

Yo vivo con un pie en el bosque subterráneo.
En estos tiempos es casi inevitable.
—Más bien, necesario.
—Yo en cambio me mantuve en el submundo un buen rato, algo de mí sigue allá y algo nuevo emergió conmigo: el cofre de Perséfone. Ahora sé que puedo bajar por mi propio pie, pero aún da susto y el cofre yace en la sombra.
¿Entonces Perséfone no vive el presente, no hay nada hermoso y positivo en esa oscuridad?
Al contrario, hay una belleza que va más allá de lo visible. La belleza profunda. Afrodita le encomienda a Psique que le traiga la belleza de Perséfone, que es un plus que le falta a Afrodita. Psique la trae en un cofre que cuando ella, por su curiosidad la abre, lo que le produce es un sueño profundo...
Háblanos de las pistas importantes para descifrar obstáculos y del cofre y sus joyas.

(Las ramas se agitan, en lo alto, en las copas que tocan el suelo del mundo)

—Primero: sentir en vez de analizar. Comerte la granada, sin tanto estudiarla.
Lo olvidé, porque resulta muy fácil distraerse de sentir este cuerpo físico.
Para sentir es necesario bajar, adentrarse y nutrirse del fruto.
—El cuerpo aprende con más profundidad, porque las células toquetean con sus dedos de anémonas las emociones, donde reside el conflicto, y las alteran.
—Por eso, el trabajo manual es mucho más importante de lo que el pensamiento decreta.
—De allí la insistencia en activar las cuatro Estirpes, ya lo dije.
No hay duda de que Perséfone es de las Jardineras.

(Pasa una sombra verde entre los troncos oscurecidos, noche sigilosa en medio de la noche)

Segundo: activar la intuición, más precisa que cualquier análisis detallado.
No lo tengo claro pero comerme la granada de Perséfone es gratificante, cada vez.
—Porque el propio cuerpo está en el mundo como su corazón.
Manteniendo continuamente en vida el espectáculo visible.
Animándolo.
Y alimentándolo interiormente.
Corazón y mundo, formando un sistema.
Como la granada en el bosque.

(Caen algunas hojas como livianas fragatas, soltando motas de polvo fosforescente como lastre)


—Tercero: reconocer la belleza en el inframundo.
Es el lugar para encontrarse con la adultez, la mujer interna, el fruto.
El fruto prohibido, el fruto vedado, el fruto que da luz.
La sensual granada.
(recita): "La granada simboliza el mundo; las puntas del cáliz que rodean los estambres representa la corona, y los granos, la fertilidad y unidad de la Comunidad extendida por toda la Tierra. Se prescribe para combatir la infertilidad, pues la granada al abrirse deja salir cien hijos; en Anatolia, los sacerdotes llevan coronas de granadas durante los ritos; los capiteles de las columnas Jakin y Boaz del Templo de Salomón son dos granadas, y hay granadas en el retablo de la Virgen del Rocío."...
La sensual granada, con sus nueve pepitas.
Recuerda que el último de los trabajos que Afrodita impone a Psique es ir donde Perséfone a buscar el secreto de su belleza.
¡Oh! Hablas de Afrodita de Chipre, hacia la cual camina Blancanieves en tránsito.
La que rige este ciclo.

(Se miran entre sí; miran sus manos, parecidas a las raíces que se aferran a los terrones de negra humedad fértil, se reconocen)

Cuarto: descubrir las propias pistas.
Cada quien tiene las suyas, pistas diferentes, pistas de despegue.
Las mías son de historia familiar, son verdades álbumes y álbumes de fotos antiguas...
Eso suena a un bosque subterráneo de árboles en los que mejor canta el pájaro.
Yo siempre fui un pájaro que cantó en otros árboles, estoy aprendiendo a cantar de nuevo.
Es bueno recordar que la fuerza de Perséfone viene de saberse jardinera entre los huesos.


*color by Cris Müller

1 comentario:

  1. Persefone, me encanta ella, me recuerda las veces que voluntariamente pero inconscientemente he bajado al inframundo... el inframundo hace crecer

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