viernes, 1 de diciembre de 2017

1.Ostra


Así comienza este nuevo ciclo, con el que nos deslizamos vertiginosamente hacia el fin del mundo.
Pronto todo habrá acabado.
Tal vez las perlas estén justamente en el fondo del mar que soy.
Si soy el mar profundo. Pero la ostra es de agua somera, recuerdo.
Suave, suave ha de ser la almohada en la que reposa la perla, tan importante como ella, más necesaria incluso.
Pronto todo habrá terminado y habrá alivio de silencio plácido.
La perla es pequeñita, puede ser de aguas poco profundas, pero es necesario haberse hundido mucho, a pulmón, para alcanzarla. Hola, pequeña perla en mi mano. La veo brillar con esa transparencia de luna.
La recuerdo iluminada justo sobre la cabeza de QuanYin mientras sobre la ciudad la noche bajaba suavemente, como un pétalo.
QuanYin sostiene entre sus delicados dedos la perla (¿qué es esa perla, qué representa, cómo se obtiene?).
Pronto todo será nada, pero quedarán los pasos dados, el amor que surgió sin esperar nada, la luz que nos germinó desprevenida entre las manos.
Esto es lo que haré: en los pocos días que quedan, de los tantos que caminé a ciegas, sin saber, creyendo, pondré atención. Miraré en los días pasados, porque (pues todo está pasando ahora, ahora, ahora) todo ya pasó, y pasará, y seguirá pasando. Allí buscaré las claves, que han estado brillando por siempre como perlas, como un rastro de pequeñas luces redondas y suaves iluminando el camino de regreso por el bosque oscuro. Un camino trazado atravesando el tiempo. Un camino que trasciende el tiempo.
Al final, cuando llegue el final, cuando se acabe el tiempo, saltaré hacia el principio, hacia el fin del mundo.
Allí nos encontraremos.
Espérame.

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