viernes, 15 de diciembre de 2017

2.Clepsidra

Amanece uno de esos días brillantes, de los que parecen anunciar buenas nuevas. Es esa época del año en que la entrada oblicua del sol graba delicados aguafuertes de sombras vegetales sobre las cortinas. Enciendo la máquina de hilar todavía encaramada sobre la balsa incierta, antes de posar pie sobre el suelo. Pongo un marcalibro en la invención de Morel y me conecto para volver al acertijo; pruebo todo lo que se me ocurre: tiempo, saltoeneltiempo, ts3, tiemposincrónico, sincronicidad, relojdearena. Ninguna de estas palabras es la llave que se acopla a la cerradura. Me descubro acariciando, sin darme cuenta, la llave que cuelga, dije reciente, sobre el cristal de nieve. Pruebo: nieve, cristaldenieve, Blancanieves, aguanieves, permafrost. Nada.
Paso por el baño, en la cocina me hago una infusión con las hojas que me regaló Babuchenka, vuelvo a la cama (el surf de cama mañanero es mi especialidad) y para despejarme me dedico a investigar la pista que me dio el loro de LaNovia: "Conduzco Bastante Bien". Comienzo con la hebra Wolfgang Pauli y su principio de exclusión.
Lo del principio de exclusión viene a decir que es imposible que dos cosas ocupen el mismo estado, vale a decir que no pueden tener idénticos números cuánticos ni estados de energía, sólo que en vez de decir "cosas", dice electrones y fermiones (otras partículas de espín medio-entero). Tecleo: fermiones, por agotar cualquier posibilidad, por remota que parezca. Resulta que el físico tuvo cierta cercanía con un psicólogo suizo llamado Jung, ¿te suena?, y juntos publicaron un libro titulado Interpretación de la naturaleza y la psique en el cual la parte del físico es: «La influencia de las ideas arquetípicas en las teorías científicas de Kepler» mientras la parte del psicólogo es Sincronicidad como principio de conexiones acausales.
Escribo: PrincipioDeExclusión. Escribo: Sincronicidad. Escribo: ConexionesAcausales. Nada.
Inserto en la máquina de hilar otra hebra: "Un experimento con el tiempo", presentado por un tesista de Ingeniería Aeronáutica llamado Dunne, como resultado de una pasantía en el Laboratorio Central de Estudios Sincrónicos, a propósito de la precognición y la percepción humana del tiempo. Su autor sostiene que todo el tiempo está eternamente presente. Todo está sucediendo simultáneamente: el tiempo sería como un libro, cuya totalidad está presente en cualquier momento, aunque sólo podemos leer una página a la vez. Las otras páginas, mientras existen simultáneamente con la que estamos leyendo, permanecen fuera de nuestra conciencia" (la bibliotecaria que convive conmigo da brincos de alegría con esta analogía). Evidentemente cualquier lectora indisciplinada puede leer de forma salteada cualquier página que le provoque al momento, dejando la reconstrucción de la linealidad para las mojigatas convencionales.
Lo que no podemos es leer todas las páginas del libro a la vez, ni tampoco varias páginas al mismo tiempo. ¿O sí? He escuchado decir que la conciencia humana sólo puede percibir un solo momento del tiempo cada vez.
Además de no ser secuencial sino simultáneo, el tiempo no sería progresivo, sino estático. El tiempo está detenido, pienso, y todo el agite que me parecía sentir zumbando a mi alrededor como un enjambre frena y se detiene. Me quedo muy quieta para atrapar esta idea: el tiempo está detenido, somos nosotras las que nos movemos. Nosotras. Nos movemos. Por el tiempo.
Miro si Keybell está despierta y activa por el chat y le pregunto sobre la bioquímica hipofisiaria.
Me explica que los cerebros son modificados estructuralmente por la acción de un surge de testosterona en un momento específico de la gestación in útero. Como esto sucede en los varones, y la diferencia entre géneros a nivel genético consiste en una patica cromosomal menos (Y en vez de X), se sigue que en las hembras esa patica de diferencia debe codificar un inhibidor de producción de testosterona. Pero eso deja una cantidad bastante apreciable de material cromosómico que puede estar dedicado a la producción de enzimas y toda suerte de cosas relacionadas con la percepción del tiempo, que sólo estará presente en las mujeres. En particular ritmos circadianos que regulen los ciclos regulares de estrógeno y progesterona.
¿Te estoy aburriendo con todo este asunto técnico?
¿Te parece que el salto podría resolverse con una nave, anillo o túnel del tiempo, con un acelerador de hadrones? La percepción mecanicista del tiempo ha imperado desde la Ilustración, era de Descartes
Escribo: estrógeno; escribo: progesterona. Nada.
El salto no se resuelve con una gran máquina que sirva de vehículo en el cual te introduces como tripulante. O por lo menos, nosotras no tenemos acceso a máquinas tan complejas. Obierno Amoroso sí, según se dice, pero se supone que son experimentos secretos. Las Brujas Saltadoras tuvieron que superar la imposibilidad y la prohibición de alguna otra manera. Hay quien habla de pactos con entidades extraterrestres que manejan la percepción del tiempo a voluntad. Hay quien habla de sustancias alteradoras de la percepción temporal, que puedes chutarte en el torrente sanguíneo, por el globo ocular, en el conducto auditivo o a través del bulbo olfativo. Otro sector apuesta por nanobots bioquímicos como una solución más sencilla y limpia.
Estoy amodorrándome y empiezo a imaginar que sueño que soy un pez que imagina ser una tortuga que imagina ser un lagarto que imagina ser un águila que imagina ser una zarigüeya o rabipelado que imagina ser un canguro que imagina ser finalmente un hombre; pero ya a nivel de canguro me doy cuenta de que estoy soñando con Australia, pero no comprendo el sueño porque no he escuchado la risa de los niños y sólo quiero soñar con Mongolia. Me despierto con un ligero sobresalto y escribo: hipófisis; escribo: tiempodelsueño; escribo: Australia. Nada.
Ah, pero no me desanimo, porque tengo claro que hilar las varias hebras sirve para dar más fuego a mi propio interés por el tema, y esto carbura la vinculación afectiva, produciendo delante de mí precisamente el material que necesito encontrar. Es de una transparencia pasmosa. No se me aparece en la ventana un escarabajo dorado pero los descubrimientos fluyen siguiendo su concatenación más lógica.
La piedra engastada en la corona de Soleimán ben Daood el Magnífico (o en su anillo, según otros autores), con la cual podía entre otras cosas comunicarse con las aves, era un pequeño cubo blanco como la leche, con inscrito el Tetragrammaton, y confería el poder de viajar de lugar a lugar así como hacia atrás en el tiempo, y además tenía la propiedad de poder replicarse infinitamente, produciendo ilimitadas piedras originales. Sería, de acuerdo a lo que explica Ibrahim, la Primera Materia producida de la Nada por el Creador, de la cual todas las cosas habían surgido. Es por ello, explica, que podrá concederte aquello que desees con todo tu corazón, siempre que el anhelo sea claro y sincero. Esta piedra sería la encargada de alcanzar, para el universo entero, el final del deseo. Pero después de que el mundo se hizo malvado, se hizo un lugar para allí reposar, y esta es la historia de la Piedra de Soleimán, pero su significado se mantiene en la mente de quien la escucha. El tiempo está en la Piedra, más que estar la Piedra en el tiempo. Como nosotras. (Nota mental: leer el thriller metafísico Muchas dimensiones, de Charles Williams.)
Sigo acariciando el cristal de nieve, cristal de plata, dije de nieve, estrella de seis puntas. Pienso: Si fuera una estrella de ocho puntas, eso me llevaría a Ishtar, es decir a la estrella de la mañana: Venus. ¿Y entonces, qué? Venus es la estrella más brillante del firmamento. Su desplazamiento visual por la cúpula celeste se toma ocho años. ¿Será?
Escribo: Ishtar. Escribo: Venus. Nada.
De todas maneras, me sigue interesando este cuerpo brillante en el cielo como guía para las aves migratorias, especialmente sobre las tierras siberianas. Sobre todo para un pueblo nómada como los Pazyryk, que seguían el curso de las ocas para ubicar sus kurganes o túmulos funerarios, para que estuviesen dispuestos adecuadamente para el tránsito a las otras tierras en las cuales proseguía la vida después de su ocaso.
Imagino los grupos familiares reunidos en el lugar indicado, acompañando a la mujer poderosa que se moría, preparando la ceremonia para interceder por su paso a las tierras del inframundo.
...el Gran Espíritu Creador de la Vida supo que, al fin, el Secreto del Soñar estaba a salvo y, cansado del Sueño de la Creación, se retiró bajo la Tierra para descansar. Así que, desde entonces, cuando los espíritus de todas las criaturas se cansan de Soñar, se unen al Gran Espíritu Creador de la Vida bajo la Tierra. Esta es la razón por la que la Tierra es sagrada y el hombre debe ser su protector. 
Esperando la temperatura ideal para poder excavar una tierra que la mitad del año está congelada.
Quizás ella bailaría su última danza; proyectaría en el tiempo su mensaje en misivas a su Vassilissa, para que pudieran reunirse, para darle las instrucciones precisas y enseñarle cómo saltar en el tiempo.
De pronto la imagen hace un fade to white, todas las líneas y formas desaparecen en un gran fogonazo blanco que me parece incluso escuchar. BAAAM. ¿Cómo no se me ocurrió antes?
Tipeo: PAZYRYK.
Bip!
Pego un grito involuntario: ¡AAAh!
El Residente Deslustrado me manda un mensaje por wassap: ¿Todo bien?
La señora Irina me toca la puerta: Querida, ¿estás bien?
Todo bien, grito a través de la puerta sin atreverme a girar la cabeza.
En la pantalla empieza a cargarse un documento encriptado.
No me lo puedo creer. Estuvo allí todo el tiempo, desde el principio.
La clave estaba delante de mis narices, escrita claramente en el papel desde el principio.
Le doy cuerda al grillo azul que salta dibujando una pirueta sobre sí mismo repitiendo con su pequeña voz mecánica: "Tenías que atravesar el bosque". Cuando cae sobre sus dos patas al final de su vuelta de carnero, pierde el equilibrio sobre una arruga en la sábana.
En la pantalla de la máquina de hilar se despliega un documento en pdf, del Doctor Santiago Dunne.
No, tiene que ser un chiste. No puede ser verdad.

En mi reloj de arena, los granos se han detenido en el aire. Para cuando levanto los ojos de la máquina de hilar, ya la nieve se ha derretido y el sol brilla sobre las hojas del árbol del vecino.
Sigo refugiada en mi cama como si fuera una balsa de la Medusa, arrastrada por las corrientes sobre un mar tempestuoso. Alargo el brazo, rebusco debajo del colchón y saco el sobre que me entregó Babuchenka. Lo miro a contraluz, una y otra vez, mientras con la otra mano me acaricio lentamente la llave.

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Para ampliar sobre el principio de exclusión de Pauli: http://hyperphysics.phy-astr.gsu.edu/hbasees/pauli.html

Para revisar la narración del Tiempo del sueño: https://cuentosdelmundo.wordpress.com/2014/10/28/el-sueno-mitologia-aborigen-australiana/

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