domingo, 16 de septiembre de 2012

3. Dulce como el hielo



La otra vez llegué a caballo de otra ola, hace catorce años. También esa vez, el Loco de la carta había activado la magia del viaje sincrónico. La ola estaba bien encaminada, y me llevó mucho más lejos de lo planeado. Era la segunda vez que iba; la primera, del templo no existía sino una fachada muy dramática, un cascarón de una sola cara, sin nada detrás más que una construcción abandonada.

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Gracias a Sandy, maravilloso topo de imágenes
además de reportera del fin del mundo <3

En esos días, todavía podías comerte un plato de mariscos con los pies descalzos sobre la arena, en encantadores chiringuitos de pescadores. Fue delicioso. Había zonas rojas, donde realmente se podía inspirar un escritor para imaginar toda una serie policíaca, con un detective desangelado y ahíto del mundo, un filósofo romántico con veleidades (es curiosa esta palabra) gastronómicas, era lo natural. Por esa época la Madonna Virgen estuvo de gira por la ciudad, pero en esa ocasión no la vi. La vería luego, en otra historia. Mucho más tarde, cuando casi había olvidado el aroma de esos tiempos. Por entonces también conocí al Dragón angelical y mi virginidad fue nuevamente puesta a prueba.

(No conozco el autor, vía Adriana del Mar)

Lo de la virgen, por cierto, es todo un tema. Hay señales de la reactivación de la energía de la virgen: parte del atractivo de 50 shades of grey es que ella tiene 21 años y es virgen. El libro de una mujer de 35, que explica las razones por las cuales no ha querido entregar su virginidad a nadie (porque se está guardando para el que es adecuado) es un éxito de ventas. La virginidad vuelve a estar de moda: es el momento adecuado para que vuelva a presentarse la energía virginal (Artemisal). La enorme incidencia de miomas en las mujeres actualmente también responde a lo mismo: un desequilibrio entre estrógenos y progesterona, Artemisa y Deméter.




La muerte metida en la manzana atraje
a quien amaba mi quietud de escarcha…
…siempre hay quien nos prefiere inmóvil
muda y de buen ver: Walter Elías
dormido en su cofre de hielo, como el mío
clepsidra esperando su tiempo de esfinge
nocturna mariposa doble helecho feromona
por tu antena, oh macho predecible
nos puso a dormir a todas esperando
al caballero en posición supina
la mirada oblicua
azul inalcanzable
                            final Disney.

            Péinate bien apriétate el corset y sobre todo muerde
            bien la manzana: fucus emplastes de café la faja
            reduce fat fast pilates orbitrec aprende
            artes de seducción regla de tres: a caminar
            detrás de tu marido si es guerrero
            masai no come en tu presencia ni te toca
            (apura el filtro que al perderte, te libera).

(La Máquina de Hilar) 


Esa fue la época en que me encariñé con Blancanieves, a la que conocí en la fotocopiadora de la Plaza de los Ángeles, cerca del museo. Me regaló una manzana para inaugurar un paraíso. Y un sombrero mágico que no sé usar. Definitivamente una Tejedora. Me gustaría volver a verla, supe que tuvo un hijo.
El encuentro con Blancanieves no fue casual, por supuesto. Indicaba de forma muy precisa una temática de trabajo, y se reveló profético.


Poderes del linaje de Blancanieves, ¡actívense!

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