jueves, 20 de septiembre de 2012

7. Aliento, voz propia



No puedo adelantarme al tiempo.
Cada día pasa lo que tiene que pasar, y yo escribo, cada día, para que quede un registro y a nadie le quede la excusa de que no sabía. Por eso estoy encerrada en el bunker, día y noche. Igual que el escritor en su torre espiral y sin espejos, noche y día. Escribir es una disciplina cruel y solitaria. Pero debe hacerse. Lo sabemos. Respiro profundo, miro los juegos de la geometría solar que se filtra entre rejas y las hojas de las plantas que quedan vivas, recuerdo con nostalgia a mis hermanas. También me hace falta el soplo del Dragón angelical.

Estamos listas para recibir la señal. Aunque todo está ya escrito en el tejido del tiempo simultáneo, iremos ensartando las 104 cuentas una a la vez, para construir la historia, la Historia. Síganme. Cada Hermana tiene su trabajo asignado, cada una está haciendo su tarea. Por supuesto, no faltará quien espere que llegue el último día frotándose las manos, anticipando el momento en que se podrá burlar de la credulidad de todos, ya sabía que no iba a pasar nada, todo eso de los mayas son patrañas, sin acordarse de los signos –pura casualidad, dirán: el granizo en pleno trópico por dos días seguidos, los terremotos ya se nos olvidaron. Mientras tanto, el Astrólogo no consigue hacer cuadrar sus cartas geoastrales sobre el mapa del planeta, porque todo está moviéndose, todo está cambiando, y nosotros con la Tierra. Es la última fase, la más crítica. Estamos prácticamente en el canal del parto.




Toda madre conoce la importancia de las técnicas de respiración para aliviar el dolor de las contracciones y facilitar el parto. La respiración es una de las vías de activación, la vía del Aire: se contacta al Viajero y se encienden los paneles de control. Prana Yoga lo sabe. Los renacedores lo saben (mi hermana de agua recalcó que el estado de conciencia alterada es una zona prohibida y peligrosa). Luego hay extremistas que se van por la vía de la negación y ensayan la apnea (a mí en particular me cuesta negar el placer, soy una incorregible capaz de encontrarlo incluso en la ascesis).

Penélope llegó de un lugar donde la sentaron junto a varios desconocidos, con los ojos cerrados, y los hicieron respirar a todos de una forma rítmica y continua, sin parar, contando inhalaciones y exhalaciones con disciplina militar. Se desdobló, entró en trance, se le puso el cuerpo rígido, empezó a sentir cosas raras, hormigueos, una incomodidad en el cuerpo, y luego un aro azul sobre la cabeza, como un anillo de luz, que se abría en miles de pétalos dispuestos concéntricamente. Se le encendió el chakra corona, claro. Y claro, la Madre Una fue notificada y se comunicó con ella, para preguntarle con detalles qué había sentido. Penélope me lo contaba arrebolada, con las mejillas encendidas: parece que encontró su cluster, por primera vez la veo feliz y confiada de poder participar en la quinta dimensión. Está contando los días para montarse en la nave, marca en las paredes las fases de la luna.



No estoy tranquila. Reviso mi santabárbara: las activaciones por vibración del sonido incluyen mantras, canto de armónicos, cuencos tibetanos y de cuarzo, y por supuesto la música matemática; luego hay otros medios, por supuesto, pero hoy sólo tengo fuerzas para cantar. E incluso eso me cuesta. Debo estar más alerta, entrenarme con constancia. Estar lista para cazar a la Ola Sincrónica cuando pase, por el medio que sea, lograr montarla, bailarla con gracia.


¡No se confundan de Ola! Hagamos lo que hagamos y por la vía que nos guste más, la activación ha comenzado, no nos queda más remedio que vibrar con nuestro mejor Sincrodestino. Hay quien sube poco y quien sube mucho para llegar a un mismo piso, como si nos estuviesen nivelando. Nos están nivelando. (¿Sientes ya la escisión dentro de ti, una incomodidad difusa que no sabes bien cómo identificar, un malestar indefinido? Es tu cuerpo astral, que se prepara a escindirse). Cientocuatro días, de los que quedan 91. Y contando. La ciudad hoy estaba incendiada, cada uno lidia con esta culebrilla como puede.


Respiro, y el mundo me entra al cuerpo, alcanza el misterio de cada una de mis células. El calor de mi alma sale con mi aliento y regresa al cielo. El arma de aire más poderosa es la voz, cuando pronuncia el nombre conferido en cada bautizo e iniciación. Hay que saberlo vibrar correctamente, para que se pongan en marcha esas energías atrapadas en la geometría del verbo: entonces es cuando actúan sobre nuestra estructura etérica, las palabras pueden cambiar el ADN.

Este es el que más me cuesta. El último, sobre todo, precisamente el que necesitaré durante la representación teatral dentro de cien días que son como un siglo. 





LA SOLUCIÓN A TODOS NUESTROS PROBLEMAS ESTÁ EN NUESTRO "YO DEL FUTURO"
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