Puertas que se abren y cierran.
Abrir la primera vez puede ser fácil, dolorosamente inevitable la segunda.
Puertas para entrar/salir.
Sales de una dimensión, entras en otra.
Toda puerta es una invitación.
Esta puerta es una máquina del tiempo.
Detrás de algunas puertas puede haber un barba azul diciéndote que no la abras. Da mucho miedo abrirla. Pero mejor hacerlo, por duro que sea.
Y hay quien decide no abrir la puerta la tercera vez, dejar que lo desconocido se manifieste solamente en sueños.
También hay dobles puertas mágicas.
Las puertas son como las tapas de las cajas... resulta inevitable asomarse.
Como en la intersección, al entrar en una abandonas la otra.
La puerta es la membrana que te indica el cambio de estado.
Pensando en la carta de ayer... ¿cuántas veces machacamos una idea mil veces antes de atrevernos a cruzar el umbral?
El laberinto, cuando realmente lo es, no se cruza de una sola vez. Atravesar el bosque puede tomarnos mucho tiempo. Quien lo ha hecho, sabe.
Pareciera que nos la pasamos perdidas en el mismo laberinto toda la vida. Cambian los escenarios y creemos que hemos salidos, pero simplemente es otra zona del mismo laberinto, como otro nivel del videojuego.
También podemos pensar en la puerta al final de la escalera que lleva hacia el territorio desconocido del inconsciente. Al lado de esa puerta hay una puertecita más pequeña, que no siempre se deja ver.
La foto de Javier para Natalia
voy saliendo y voy entrando
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