jueves, 12 de octubre de 2017

3. Doble muñeca


Érase una vez una mamá que tejía y bordaba maravillas... 
Decidió coser una propia muñeca de trapo como un talismán para su hija.
Hizo su cuerpo como una bolsita, para meter y guardar en él lo que hiciera falta, lo que deseara, lo que más quería, lo que quería ocultar. 
Entonces descubrió que le hacía falta una segunda muñeca para completar la primera.
Una muñeca que tejiera, otra que destejiera. 
Un día aciago, se enfermó: olvidaba quién era, olvidaba cómo decirle a su hija que la amaba.
Cuando la enfermedad fue ganando espacio, se dedicaba horas enteras a desenredar un ovillo.
Pero olvidó también la muñequita que quería dejarle en herencia a su hija Vassilissa.

La abuela, que coleccionaba muñecas, la guardó hasta que llegó el momento de darla como regalo a su nieta. Era una muñeca con doble personalidad. La negra se llamaba Margarita y la blanca Margaretta. Cada una se esconde debajo de la falda de la otra
Una tiene los ojos abiertos y la otra cerrados. Ellas son, también, el día y la noche.
Ellas otorgan la intimidad que con el pasar de los días permite superar los silencios que en un principio resultaban insostenibles.

A la nieta siempre la confundió ese juguete. Siempre terminaba en el fondo de la gaveta. 
En realidad, la niña no es muy de muñecas. No juega a ser mamá ni a actuar a través de ellas. 
Su "otra" es de carne y hueso. Es una amiguita imprescindible, querida, única y especial. 
Una cree que lo hace todo mal; la otra cae en la trampa y olvida que entre las dos lo están haciendo bien. Una se deja ver y conocer, pero no es vista como es; la otra es invisible, pero siempre está presente, aunque no la conozcan. Una es Margaretta y otra Margarita. 
Vassilissa a veces es sabia y otras veces hermosa. Ella también es la luna y el sol. 

La abuela le decía que había otras niñas, otras amigas; que estaba bien salir de su jardín para entrar en otros laberintos. 
Así la abuela inventó para su nieta un ritual para conjurar el sueño y es lo ultimo que hacían al apagar la luz, la niña pequeña lo llama "el cuento de mentira". Cada noche el conjuro se inicia con dos palabras azarosas que aporta cada una, y con ellas se teje un cuento. 
Por la mañana, al despertar, lo destejen antes del desayuno. 

Ha llegado el momento.
La invitación es a coser tu propia muñeca de trapo, para conjurar tu propia intuición. 
¿Me invitan?






3 comentarios:

  1. Haciendo mi conjuro, no quien juega ahora en mí, cual muñeca, pero me gusto eso que dice que " entre las dos lo están haciendo bien".
    en este viaje la tavesía ha sido fuerte, no es mentira, en el primero me descubría, pienso que en este es mantenerme y cambiar... porque me sentiré triste...

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  2. Ay, quién supiera coser porque amo las muñecas de trapo. Pero, pensándolo bien, si las amo tanto no podría clavarle una aguja. Pero entonces, como hago el conjuro? Ya sé, cerrando los ojos como "la otra" y desapareciendo.

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  3. Ay, quién supiera coser porque amo las muñecas de trapo. Pero, pensándolo bien, si las amo tanto no podría clavarle una aguja. Pero entonces, como hago el conjuro? Ya sé, cerrando los ojos como "la otra" y desapareciendo.

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